6/02/2013

Erotismo en el llano

Erotismo en la sociedad post-revolucionaria
 
Por: Ana E. González Servín

El libro El llano en llamas del escritor mexicano Juan Rulfo, describe como vivía la sociedad mexicana en la época posterior a la revolución mexicana y en éste se pude apreciar la gran desilusión, la extrema pobreza y la emigración que provocó el fracaso de ésta. Pero a lo largo de los cuentos no solamente se pueden ver situaciones como ésas, sino que  el autor también nos presenta la forma en que la gente desahogaba su erotismo (búsqueda de la excitación y placer sexual)[1] al grado de pasar por alto los mandatos religiosos que posteriormente, provocarían sentimientos de culpa como se muestra en el cuento de Talpa o bien, se busca justificar el hecho de haber dado rienda suelta a los deseos más íntimos como lo muestra el personaje de Felipa en el cuento de Macario. Por último, en Es que somos muy pobres, el desarrollo de la niña Tacha causa angustia a los padres por no querer que su hija se convierta en piruja.

A continuación, este texto recoge las descripciones que hacen los personajes con la finalidad de mostrar su manera de sentir y vivir el erotismo.
Es que somos muy pobres
En este cuento se relata la pérdida de una vaca que era el único recurso  con el que contaba la niña Tacha que corría el riesgo de convertirse en una “piruja” como sus hermanas mayores. Al parecer, Tacha estaba por convertirse en una joven muy atractiva y se relata lo siguiente:

[…] la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención. […] le llenará lo ojos a cualquiera a donde quiera que la vean[2] […]

[…] los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición[3].

Talpa
En primer lugar, comenzaré con el cuento de Talpa. En este se narra la historia de un hombre enfermo que se llamaba Tanilo Santos y que tenía   su cuerpo, a excepción de su rostro, cubierto por llagas que lo hacían sentir cerca de la muerte. Tal circunstancia impedía que él pudiera tener vida intima con su esposa Natalia quien calmaba sus deseos en los brazos del hermano de Tanilo el cual nos relata sus encuentros con Natalia:

Yo ya sabía desde antes lo que había dentro de Natalia. Conocía algo de ella. Sabía, por ejemplo, que sus piernas redondas, duras y calientes como piedras al sol del mediodía, estaban solas desde hacía tiempo. Ya conocía yo eso. Habíamos estado juntos muchas veces […][4]

Si bien Natalia sabía que no debía traicionar a su esposo, el deseo era mucho más fuerte que ella, pues,  el hermano vuelve a relatar:

Me acuerdo muy bien de esas noches. Primero nos alumbrábamos con ocotes. Después dejábamos que la ceniza oscureciera la lumbrada y luego buscábamos Natalia y yo la sombra de algo para escondernos de la luz del cielo. Así nos arrimábamos a la soledad del campo, fuera de los ojos de Tanilo y desaparecidos en la noche. Y la soledad aquella nos empujaba uno al otro. A mí me ponía entre los brazos el cuerpo de Natalia y a ella eso le servía de remedio. Sentía como si descansara; se olvidaba de muchas cosas y luego se quedaba adormecida y con el cuerpo sumido en un gran alivio[5].

Por otra parte, se muestra también como al hermano de Tanilo nunca le importo que Natalia fuera la esposa de su hermano, él, al igual que Natalia se dejaba llevar por su deseo y relata lo siguiente:

Siempre sucedía que la tierra sobre la que dormíamos estaba caliente. Y la carne de Natalia, la esposa de mi hermano Tanilo, se calentaba enseguida con el calor de la tierra. Luego aquellos dos calores juntos quemaban y lo hacían a uno despertar de su sueño. Entonces mis manos iban detrás de ella; iban y venían por encima de ese como rescoldo que era ella; primero suavemente, pero después la apretaban como si quisieran exprimirle la sangre. Así una y otra vez, noche tras noche, hasta que llegaba la madrugada y el viento frio apagaba la lumbre de nuestros cuerpos […][6]
Posteriormente, relata que están cerca del remordimiento y del recuerdo de Tanilo.

Macario
Es la historia de un joven que padece de sus facultades mentales  que vive con su madrina y su sirvienta Felipa, quien aprovechándose de que él siempre tenía hambre buscaba la forma de desfogar sus deseos más íntimos, amamantando al joven.
 Macario relata lo siguiente:

Felipa es muy buena conmigo. Por eso la quiero…la leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco…Ahora ya hace mucho tiempo que no me da d chupar de los bultos esos que ella tiene donde tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla, una leche mejor que la que nos da mi madrina…Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un ladito. Luego se las ajuaraba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se dejaba venir en chorros por la lengua […][7]
Posteriormente, se nota como el personaje de Felipa busca justificar lo que le hace a Macario:

Felipa dice, cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le contará al señor todos mis pecados. Que irá al cielo muy pronto y platicará con él pidiéndole que me perdone toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me perdone, para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días […][8]
Conclusión
Para finalizar, puedo decir que en esta obra el autor nos mostró como fue una sociedad marcada por la desilusión, la ideas religiosas y la extrema pobreza, pero también a través de los relatos de Talpa, Macario y Es que somos muy pobres nos enseña cómo era la forma en que vivían su erotismo los personajes, enseñándonos como nadie puede escapar de su propia naturaleza rompiendo así las reglas sobre todo religiosas.
Por otra parte, desde mi punto de vista, el autor descarga un gran contenido de erotismo a través de las descripciones tan detalladas que hace de la situaciones que llevaban a los personajes a buscar su placer sexual y al mismo tiempo, logra estimular todos los sentidos del lector.
 



 

 

 

 

 

 

 




[1] Tomás García (Dir.), Diccionario enciclopédico  Larousse, ed., Larousse, 2009, s.v.
[2] Juan Rulfo, El llano en llamas, México, edit., RM & Fundación Juan Rulfo, 2005,  p. 27.
 
[3] Ibíd.., p. 28.
[4] Ibíd.., p. 51.
[5] Ibíd.., p. 52.
[6] Ibídem.
[7] Juan Rulfo, Op. Cit., p. 63.
[8] Ibíd.., p. 63, 64.

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